jueves, 12 de julio de 2012

Webber se cuela en la fiesta

Superado el diluvio del sábado, el sol visitó por primera vez el circuito de Silverstone. Un ilustre e inesperado visitante que iluminó el camino de Mark Webber, amenazante de principio a fin, y ejecutor de las ilusiones de Fernando Alonso. El asturiano vio como el Red Bull de su amigo se tomaba la revancha del día anterior, a cuatro vueltas para el final. Frenado por los caprichos de los neumáticos blandos tras una estrategia distinta a la del resto de los favoritos. Un revés de última hora que no frena su carrera veraniega al frente del Mundial -129 puntos-, donde su amigo Webber -116- aguanta el pulso con firmeza.
Y eso que el primer aviso de Webber a Alonso llegó apenas apagado el semáforo. Una brusca diagonal en busca de la puerta hacia el liderato que el español cerró bruscamente con otro golpe de volante. Fue el momento más tenso para el dueño de la pole durante gran parte de su aventura por la campiña inglesa. Respaldado por sus neumáticos duros, se mantuvo en calma, ajeno a cualquier imprevisto, durante casi 40 de los 52 giros sobre el reseco asfalto de Silverstone. Ni una sola amenaza en el camino. Los Red Bull habían perdido terreno y su apuesta por una táctica diferente le daba los frutos esperados.
Un pequeño encuentro con Lewis Hamilton (8º), tras cumplir su primer paso por boxes, pareció interrumpir su vertiginosa expedición. Fue un espejismo provocado por el inesperado sol de la campiña inglesa. Alonso se deshizo de su excompañero, tan discreto como el otro McLaren de Jenson Button (10º), los dos apagados ídolos locales, y no volvió padecer sobresalto alguno hasta su última visita al garaje en la vuelta 38. Un paso que obligó a adelantar el contundente sprint final de Mark Webber. Quizás con más kilómetros en el horizonte de lo esperado. Era el momento de ver cómo respondía el Ferrari con su calzado blando.
Y la respuesta, puede que esperada en el box ferrarista, fue que el Red Bull del australiano atosigó al Ferrari hasta el agotamiento. Alonso veía cómo el bólido energético engullía plácidamente la ventaja atesorada durante toda la carrera. Los 6.6 segundos que guardaba en el bolsillo habían quedado reducidos a cenizas por un Webber que parecía viajar sobre raíles. El asturiano apretó los dientes hasta el extremo pero el Red Bull terminó asestando el golpe de gracia a cuatro giros para el final. Sin posibilidad ni margen para la respuesta. Sólo cruzando los dedos para que Vettel, que también llegaba como un cohete, no redujese aún más el botín.
La sangría no dio para más en los más de 20 kilómetros que el bicampeón vivió pendiente de su retrovisor. Ya en el podio puede que se diera cuenta de que el segundo puesto no está tan mal. De que encadenar 21 carreras consecutivas puntuando, no está al alcance de cualquiera. Lo mismo que firmar 25 podios en 47 grandes premios como ferrarista. El líder del Mundial sigue siendo él aunque es consciente de que su amigo Mark, segundo de la clasificación, es ahora la gran amenaza. Otra más en un duro camino hacia el tricampeonato.
Fuente: http://www.elmundo.es/

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