viernes, 30 de diciembre de 2011

Un Rossi en el desierto

La primera vez que Stephane Peterhansel se quedó prendado del Dakar apenas superaba los 10 años. Estaba en casa de sus abuelos, en Vesoul. Las imágenes que vio dejaron secuelas en su espíritu inquieto y se convenció de que aquel territorio árido y áspero como la vida, era el escenario perfecto para dar rienda suelta al talento.
La oportunidad de estrenarse en África no llegó hasta 1987. Y lo hizo en moto, una Yamaha, su herramienta favorita para desafiar los filos del riesgo. Hoy, 25 años más viejo, la leyenda viva más grande del Dakar comienza a plantearse poner fin a sus días de polvo y arena. ¿Cuándo se retirará?, le preguntó este periódico poco antes de ganar su noveno Dakar, en 2007. "No sé", repuso, avanzando que su plan pasaba por "ganar el décimo Dakar y después retirarme".
Cuando eso ocurra -y, de momento, se ha demorado unos años-, el francés podría poner punto final a una travesía ardua pero cargada de éxitos, a una carrera inimitable, a una leyenda que ha moldeado después de más de dos décadas de brega con los mejores exploradores del Dakar (Hubert Oriol, Cyril Neveu o Pierre Lartigue) y en condiciones extremas. El piloto total, avezado navegante sobre una moto y sólido y fiable sobre un coche, habrá dejado para la posteridad del raid más exigente de la historia, un almanaque inflado de victorias.
Peterhansel ha llegado en nueve ocasiones a las playas de Senegal como ganador final, pero en Sudamérica está inédito. Ni con Mitsubishi ni con BMW se ha consolidado en Argentina y Chile. Aun así, sus registros son espeluznantes cuando se observa el número de participaciones. El ahora piloto de Mini X Raid comenzará el día 1 de enero su vigésimo sexta edición y si consigue la victoria final habrá certificado una estadística insuperable: 10 triunfos totales. Peterhansel ha logrado, además, suavizar la épica de esta prueba al dominar la arena con vehículos dispares.
Stephane, una suerte de Valentino Rossi del Dakar, elevó a Yamaha a los altares del off road con seis victorias totales, mientras que en su participación con Mitsubishi cuenta ya con tres triunfos. Si cayera el cuarto sobre cuatro ruedas, igualaría los cuatro de Ari Vatanen. Una de sus bazas más valiosas es su tremenda serenidad a la hora de evaluar los problemas y saber resolverlos a medida que se van presentando. Para el francés nunca hay prisa. Lo importante es llegar. Sólo así se puede alcanzar la victoria en la prueba más dura del mundo.

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